formamos parte de un pueblo distinto, apartado por Dios para servirle y vivir en su presencia. Constituimos su templo santo, y tenemos que ministrar ofreciéndole sacrificios de alabanza. Nuestra manera de comportarnos debe ser digna de este ministerio. Pablo dice algo parecido acerca de las mujeres en 1 Timoteo 2:10: deben ataviarse con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad. De la misma manera que las grandes mujeres de Dios del Antiguo Testamento eran llamadas madres
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